MFA Madrid. Encuentro 10 noviembre 2019
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MFA Madrid. Encuentro 10 noviembre 2019

En un día frío y desapacible en lo que respecta al tiempo, se celebró el encuentro del Movimiento Familia Albertiana en el colegio Pureza de María de Madrid. Dejando atrás los problemas y las cuitas del día a día nos reunimos en uno de los oratorios del colegio para asistir a la misa celebrada por el padre Andrés. La atmósfera era cálida y acogedora — y no me refiero solamente al confortable calor físico en el que nos refugiamos del frío exterior— y funciona perfectamente a modo de metáfora, en la que las familias nos arrebujamos juntos y unidos para combatir el frío exterior.

Como siempre, el padre Andrés, convirtió la misa en un acto familiar y cercano, centrado en los niños, a los que hizo partícipes con ejemplos y preguntas que los más pequeños contestaban con alegría.
También se aprovechó la ocasión para renovar públicamente el compromiso con MFA de un matrimonio que no pudo asistir al anterior encuentro. 
Después de la celebración, los adultos nos reunimos para charlar, guiados por la hermana Begoña.
Antes de la charla, se hizo una pequeña reunión para enfocar la participación de nuestros hijos en MFA. Se ha decidido dividir en tramos de edad a l@s chic@s y organizar actividades de acuerdo a esta división.
Así, los más pequeños estarán al cuidado de Celia, los medianos jugarán a juegos de mesa y harán actividades dirigidos por los que son un poco mayores que ellos, y finalmente los mayores prepararán un tema que expondrán a los adultos dentro de unos meses. La idea es que nuestros hijos se sientan aún más conectados a MFA y parte importante del grupo.
De hecho, ellos son los futuros padres y madres que se sentarán donde nosotros nos sentamos ahora y que mantendrán vivo el grupo y compartirán la filosofía de vida de la Madre Alberta.
Los adultos hicimos una dinámica de grupo, preparada por la hermana Begoña, que consistió en comentar unas fotografías o dibujos que la hermana iba proyectando. La descripción de las escenas de diversa índole, dio pie a generar un debate y a comentar lo que sentíamos, o qué referencias vitales nos removía, o cómo encajábamos las imágenes en nuestra creencia cristiana. Quien quiso participó y el debate, como siempre, fue interesante y enriquecedor. Siempre es enriquecedor saber qué sienten u opinan los demás, dentro del respeto a la diversidad de pareceres, enfocados todos, por supuesto, hacia Dios, que es el nexo
común que forja la unión de nuestras familias.
Las palabras acertadas del padre Andrés —que interviene en los momentos justos para aportar lucidez y conocimiento— siempre son un regalo que dejan un poso de reflexión en nuestro interior. En esta ocasión yo personalmente me quedo con su frase «hay que morir bien vivos», que viene a decirnos que hay que pasar por la vida viviendo con intensidad nuestra experiencia cristiana, sin tibiezas, con amor y siendo vidas ejemplarizantes para los demás. Que cuando llegue el momento de mirar atrás, o de dar cuentas a Dios, nunca podamos decir que nos quedamos en lo básico, en lo poco, sino que vivimos en lo mucho. Sobre todo, entregando mucho amor.

Andrés Cortés
MFA-Madrid

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