Señor Jesús,
Tú que un día llamaste a tus doce discípulos por su nombre,
no por méritos, sino por amor,
y les diste poder para sanar cuerpos y liberar almas,
hoy también me llamas a mí, indigno,
me llamas en medio de mis debilidades,
para que sea testigo de tu Reino y portador de tu mensaje.
Dame la gracia de escuchar tu voz y seguirte con fidelidad.
Hazme instrumento de tu paz, de tu sanación y de tu amor entre los más necesitados.
Hoy quiero decirte que sí, Señor.
Aquí estoy, como uno más entre tus discípulos.
No soy digno, pero Tú me invitas.
No tengo poder, pero Tú me lo das.
No conozco todos los caminos, pero Tú me envías.
Envíame, Señor, como enviaste a los Doce.
Hazme sensible al dolor de los demás,
valiente para hablar de Ti, aunque no siempre sea comprendido.
Que no busque el aplauso, sino la fidelidad;
que no huya del rechazo, sino que persevere con amor.
Señor, danos un corazón misionero,
que no se encierre en sí mismo,
que salga con alegría a proclamar que Tú estás cerca,
que el Reino de los cielos ya ha comenzado,
y que tu amor todo lo renueva.
Quédate conmigo, Jesús,
camina delante de mí, guíame, fortaléceme.
Y cuando dude, recuérdame que no estoy solo,
que como a los apóstoles, a mí también me envías con tu poder y tu Espíritu.
Amén.

Novena a Madre Alberta
Señor y Dios nuestro que nos diste a Madre Alberta como ejemplo de amor y servicio a la
Iglesia.
Concédenos que sea reconocida su santidad y danos por su intercesión la gracia que
confiadamente te pedimos. Amen
Padre nuestro. Ave María. Gloria