MIÉRCOLES 24 DE DICIEMBRE
29175
portfolio_page-template-default,single,single-portfolio_page,postid-29175,bridge-core-2.8.9,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode-theme-ver-28.9,qode-theme-bridge,wpb-js-composer js-comp-ver-6.9.0,vc_responsive
Category
Oración de los Miércoles
About This Project

Oración de Nochebuena

Hoy es el día, se ha cumplido el plazo.

Te turbaste con el anuncio del Ángel, y te sentiste agradecida con la comprensión de José ¡qué buen esposo!

No dudaste en acudir a ayudar a Isabel, porque sabías que te necesitaba; y allí otra señal de que el camino emprendido era voluntad de Yahveh.

Tantas incertidumbres y tantos misterios que solo en parte, y siempre a la luz de la Palabra, has comprendido; y lo que tu razón no ha entendido, lo aceptas confiada en tu Señor.

Pero ahora todo esto ha pasado, hoy te sientes la mujer más feliz de la Historia porque tu bebé ha nacido bien, sano, precioso, ¿sentirán esto todas las madres?

No te importa el rincón del establo donde el bendito José – ¡Gracias, Señor, por tan buen esposo! – encontró acomodo; tu felicidad no es solo por ver tu sueño cumplido, también se debe al ver cumplido el sueño del Creador, del Dios de Israel, de venir al mundo hecho carne, tu propia carne, María. ¡El pueblo espera desde hace tantos años al Mesías!

Y hoy está en tus brazos, ha comido y al acurrucarlo para que durmiera has notado que pegaba el oído a tu pecho, como si quisiera oír tu corazón.  Pronto se ha quedado dormido ¡Pero qué precioso es mi niño!

Y nuevos signos de la acción de Dios, con humildes pastores postrados ante el pesebre donde duerme, tranquilo y feliz, tu pequeño, adorándole como Mesías, enviado por Dios ­– y contando con cierto nerviosismo una visión de Ángeles cantando la gloria de Dios-

Él crecerá, María, pero ahora es un niño recién nacido, que depende en todo de tu atención y tu cariño, y por supuesto, del cuidado de José -¡qué alegría de esposo!-

Hoy lo contemplamos así, pequeño, dependiente, indefenso, en un establo, acostado en un pesebre; falto de todo, el REY del Universo, falto de todo menos de lo esencial: el amor incondicional de María y José, su absoluta dedicación a ti, Jesús, el Hijo de Dios.

Bendito, alabado y glorificado seas por siempre, Señor.

¡Gracias por tu Encarnación, por venir a este mundo a salvarnos!

Novena a Madre Alberta

Señor y Dios nuestro, que nos diste a Madre Alberta

como ejemplo de amor y servicio a la Iglesia;

concédenos que sea reconocida

su santidad y danos,

por su intercesión,

la gracia que confiadamente te pedimos.

Amén.

Padre nuestro. Ave María. Gloria.