Pongámonos en presencia de Dios y propongámonos ser instrumentos para que su Reino se afiance en este mundo, para que lo que siempre ha soñado para nosotros se pueda hacer posible y para que pueda utilizarnos para que su Palabra se haga Vida. Se lo pedimos utilizando la siguiente oración:
«Señor, bendice mis manos para que sean delicadas y sepan tomar sin jamás aprisionar, que sepan dar sin calcular y tengan la fuerza de bendecir y consolar.
Señor, bendice mis ojos para que sepan ver la necesidad y no olvidar nunca lo que a nadie deslumbra; que vean detrás de la superficie para que los demás se sientan felices por mi modo de mirarlos.
Señor, bendice mis oídos para que sepan oír tu voz y perciban muy claramente el grito de los afligidos; que sepan quedarse sordos al ruido inútil y la palabrería, pero no a las voces que llaman y piden que los oigan y comprendan, aunque turben mi comodidad.
Señor, bendice mi boca para que dé testimonio de Ti y no diga nada que hiera o destruya; que sólo pronuncie palabras que alivien, que nunca traicione confidencias y secretos, que consiga despertar sonrisas.
Señor, bendice mi corazón para que sea templo vivo de tu Espíritu y sepa dar calor y refugio, que sea generoso en perdonar y comprender y aprenda a compartir dolor y alegría con un gran amor.
Dios mío, que puedas disponer de mí con todo lo que soy, con todo lo que tengo”.
(Sabine Naegeli)
Novena a Madre Alberta Señor y Dios nuestro, que nos diste a Madre Alberta como ejemplo de amor y servicio a la Iglesia, concédenos que sea reconocida su santidad y danos, por su intercesión, la gracia que confiadamente te pedimos. Amén
Padre nuestro, Ave María, Gloria