21 Feb Oración del 24 de febrero
Hoy más que nunca, Señor,
necesito unos ojos nuevos
para ver la vida tal cual Tú la ves
y no perderme entre sus luces y oscuridades.
Quiero unos ojos vivos y profundos,
limpios y despiertos como los tuyos,
nobles y tiernos, alegres y llorosos
porque éstos están doloridos y secos.
Quiero unos ojos serenos y grandes
para otear el horizonte y sus brotes,
y pequeños, vivos y luminosos
para dar claridad a todos los rincones.
Quiero unos ojos que sepan mirar de frente,
y vean de día y de noche tus preocupaciones;
unos ojos que no engañen a nadie
y que sean trampolín de emociones.
Quiero unos ojos que reflejen
lo que soy y tengo interiormente,
que enamoren y se den gratis
y que sepan enamorarse.
¿Quién me dará unos ojos así,
en estos tiempos pobres y de crisis,
si no eres Tú, que sabes y quieres
y tienes un taller esperando mis necesidades?
Y, quiero, como quería Madre Alberta, poder decir que «para mí sólo tiene importancia lo que agrada a Dios».
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