27 May MFA Madrid. Convivencia en Salesianos de El Encinar. Mayo 2019
[ngg src=»galleries» ids=»173″ display=»basic_thumbnail»]El pasado Domingo 26 de Mayo, las familias de MFA nos reunimos en las estupendas instalaciones de la residencia de los Salesianos de El Encinar, en la Sierra de Mohernando, Guadalajara. Todo el entorno, verde, arbolado y con enormes espacios para que los niños corriesen y disfrutasen invitaban a pasar —como así fue— un día estupendo y familiar.
Mientras los niños se divertían con la tirolina infantil y jugaban al cargo de las chicas mayores y Celia, los adultos nos reuníamos con el padre Andrés y la hermana Begoña para llevar a cabo el último encuentro del curso.
Durante el encuentro se trataron aspectos organizativos de MFA, como el desarrollo del futuro encuentro nacional a celebrar en Madrid en Octubre de 2020. Se repartieron tareas y bajo la magnífica coordinación de Mónica —una de nuestras coordinadoras— se asignaron las distintas comisiones que se encargarán de que la acogida, la estancia y el transcurso del encuentro nacional sea una experiencia para todos —visitantes y anfitriones— inolvidable.
La charla del padre Andrés —siempre enriquecedora e interesante— tenía el título “Una vida resucitada y resucitadora”. A partir de la lectura del episodio evangélico del encuentro con los discípulos de Emaús, tras la resurrección de Jesús, Andrés destacó diferentes aspectos sobre los que reflexionar: Camino, Peregrinación y Diálogo. Esa conversación, en la que participamos con honestidad y alegría sirvió como introducción para la segunda lectura, continuación de la primera, y que se puede resumir en: DESEO de cercanía, MESA, el BANQUETE, COMUNIÓN y COMPROMISO. El intercambio de reflexiones y experiencias personales sirvió de enriquecimiento mutuo y nos permitió aprender cosas como que la RESURRECCIÓN también ha de manifestarse en nuestra vida. Nuestra experiencia vital, como cristianos, debe convertirse en ejemplo, guía y reflejo de la Resurrección de Cristo. La Resurrección es renovación, es contrapunto a la muerte —muerte interior— con la que algunas personas viven su vida, o mejor dicho, pasan por la vida. Los creyentes debemos intentar compartir esa alegría de la Resurrección y convertir nuestra rutina diaria —con pequeños actos transformadores del día a día— en ejemplo vivificador.
El padre Andrés lanzó una pregunta clave: “¿Ha habido un cambio concreto en nuestras vidas que marque un antes y un después?”.
Cada uno de nosotros reflexionó y quien quiso hizo partícipe a los demás de su respuesta.
No me cansaré de repetir que en estos encuentros la experiencia de compartir momentos, dudas, reflexiones, alegrías, penas y en definitiva, ser parte de la misma familia, hace que crezcamos como personas, como padres y como cristianos.
Merece la pena que quien lo desee se asome a nuestro grupo, será bienvenido con los brazos abiertos y se sentirá rápidamente integrado en esta gran familia, que año tras año consolida el movimiento Albertiano tratando de seguir las enseñanzas que el ejemplo de vida de la Madre Alberta Giménez nos enseñó.
Un saludo.
Andrés Cortés
MFA-Madrid
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