MFA Madrid. Abril 2019. El Camino de la Cuaresma
19604
post-template-default,single,single-post,postid-19604,single-format-standard,bridge-core-2.8.9,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode-theme-ver-28.9,qode-theme-bridge,wpb-js-composer js-comp-ver-6.9.0,vc_responsive

MFA Madrid. Abril 2019. El Camino de la Cuaresma

Madrid, a 7 de Abril de 2019

La reunión comenzó con una eucaristía en el oratorio. Todos sentados alrededor de la mesa. En esta cercanía pude sentir como fue la última cena del Señor con sus Apóstoles. El P Andrés nos conducía y comentaba las diferentes partes de la misa. Éramos todos, una gran familia alrededor del Señor.

Pasamos a la reunión que tocaba prepararla a Paloma y Sebastián. El título: El Camino de la Cuaresma.

Comenzamos con la pregunta que nos hicieron: ¿en qué estado hemos empezado el Camino la Cuaresma. ¿Qué deseo me mueve para perseverar hasta la Meta?

Entre todos, salieron conceptos como: Llegar a la Resurrección, transformación interior, implicarse más, renovación…

Hemos contestado a la pregunta: qué metas alternativas nos tientan, y han salido: indiferencia, pereza, vacaciones, egoísmo, tentaciones, pereza…

La siguiente etapa del camino han sido los Laberintos interiores: expectativas, banalidad, inseguridad, dependencia.

Hemos trabajado cada laberinto.

El laberinto de las expectativas

Por una parte, está lo que uno mismo espera de otros. Esperas que actúen de una manera determinada, y si no es así, comienzas a agobiarte dándole vueltas a la cabeza. No se nos ocurre pensar que los tiempos, los ritmos, son diferentes para cada uno. Y así empieza una espiral. La gran trampa es el silencio. En el no hablar las cosas. No decirle al otro como te sientes.

Laberinto de la inseguridad

Es pensar que no vales o tener miedo a que otros dejen de estar de ahí o no te valoren. Quitarte la venda es dejar de mirar el vaso medio vacío. El terreno firme que puedes pisar sin temor. La mirada que te devuelve Dios, que ve con ternura tu fragilidad y con confianza, las capacidades únicas que tenemos. Al final, es el amor nuestra mayor seguridad. La que nos saca del laberinto.

El laberinto de la banalidad

Decir que algo es banal es decir que es prescindible, superficial, intrascendente. Es un laberinto en el que estás perdido, vagando sin rumbo, y ni siquiera lo sabes. Detenerse en un punto y negarse a seguir caminando, sin orientación. Debemos abrir la puerta de dentro, descubrir esas habitaciones cerradas donde hay una verdad más profunda y más llena de posibilidades.

El laberinto de la dependencia

Es una relación de desnivel, puede llevar al abuso y la manipulación por parte del otro aprovechándose del dominio que tiene sobre ti. El salir de este laberinto es tarea que, a veces, dura toda la vida. Es bueno entonar ese “no puedo vivir sin ti” a Aquel que no le molesta nuestra dependencia total, a quién sí puede garantizar un amor duradero. Si empezamos a buscar este amor de todo corazón, seguro que lo encontraremos y todo lo demás quedará en su lugar.

Va llegando el final de la Cuaresma. Se abre la puerta a la intensidad de la Pascua. Examinemos con el corazón y delante de Dios si siguen vivas esas aspiraciones de dar algo de ti a quién pueda necesitarte. Si tienes deseos de acompañar al Señor cargando con tus propias cruces. La Cuaresma es camino, pero su final no es la Cruz, sino la alegría de la Pascua.

Vídeo de la actividad

“Desde este instante empiezo a trabajar para vivir como querré (haber vivido) a la hora de la muerte“ (Madre Alberta EE, 330)

¡Enhorabuena a Paloma y Sebastián porque lo han preparado excepcionalmente! ¡Gracias!

[ngg src=»galleries» ids=»171″ display=»basic_thumbnail»]

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.