05 Mar MFA en el Congreso de Laicos Pueblo de Dios en salida. Madrid 14-16 febrero 2020.
Compartimos, con gran alegría, lo experimentado en este hito tan importante para la Iglesia
[ngg src=»galleries» ids=»187″ display=»basic_slideshow»]H. Begoña Peciña
El CONGRESO de Laicos celebrado en Madrid del 14 al 16 de febrero fue una auténtica gracia para la Iglesia española. Estuvieron presentes 70 obispos, 150 sacerdotes, 38 consagrados y el resto, fueron laicos de los 85 Movimientos, Asociaciones y Cofradías que hay en España. El ambiente fue muy, muy bueno. La organización para las 2300 personas que acudimos fue extraordinaria.
Hubo 80 grupos de trabajo dinamizados por diferentes miembros de algún movimiento que ya llevan trabajando muchos años.
Además hubo ponencias en los cuatro itinerarios propuestos: primer anuncio, acompañamiento, procesos formativos y presencia en la vida pública. Fue todo muy enriquecedor.
Los laicos pedían formación y acompañamiento. Entre las propuestas se pedía que en todas las diócesis se dieran cursos de formación y de acompañamiento para jóvenes y adultos.
Juan Carlos Díaz
Ha sido un gran privilegio asistir al primer Congreso Nacional de Laicos que se desarrolló durante un intenso fin de semana en Madrid. Su temario y organización se había venido preparando desde hace más de un año y sus frutos, con la ayuda del Espiritu Santo, se deberían vislumbrar, sobre todo, de ahora en adelante.
Más de dos mil sacerdotes, religiosos y laicos debatimos e intercambiamos experiencias en dos sesiones para elegir entre 40 ponencias, repartidas en 4 itinerarios (Primer Anuncio, Acompañamiento, Procesos Formativos y Presencia en la Vida Pública). Con los resultados se elaboró una ponencia final que fue compartida en una sesión plenaria antes de la misa de despedida. Todo esto queda reflejado en su parte «formal» y se puede consultar en: https://www.pueblodediosensalida.com/
Pero, para mí, lo más importante y enriquecedor fue poder representar a MFA junto a tantos grupos de laicos que mostraban la enorme diversidad de carismas de la Iglesia, cada uno con su enfoque y, sin embargo, todos tan próximos y abiertos a lo que percibíamos como un acontecimiento que marca un hito respecto a presencia y la importancia de la vocación laical en nuestro país.
Porque se trata de eso, de una vocación, no de un estar en la Iglesia «de segunda categoría», sino de «encaminar el mundo hacia Dios, impregnar de sentido cristiano las estructuras temporales», en nuestros trabajos, con nuestras familias y amigos, en el mundo secular, y asumiendo nuestra misión y responsabilidad como bautizados.
Que la Virgen de la Pureza sea nuestro modelo en este «caminar juntos» y nos ayude a sentir auténticamente este nuevo Pentecostés que la Iglesia tanto anhela.
El mensaje que finalmente he grabado en mi corazón es que no todos estamos llamados a innovar o fundar, que tenemos que sumarnos a aquellas cosas que puedan hacernos sentir útiles por la gran misión de la evangelización a la que hemos sido llamados. Cristina y yo nos hemos sumado recientemente a la familia Albertiana porque además creemos firmemente en el ejemplo de vida y obras que Madre Alberta nos proyecta desde la vida que vivió, en la alegría y en las penas.
Me quedo, de las charlas y grupos de trabajo con la idea de tender puentes entre todos los carismas porque sólo así nos podemos sentir parte del proyecto integral de salvación de nuestro Señor Jesús. Es importante saber que entre políticos, ingenieros, empresarios y trabajadores de toda índole y condición hay Cristianos que a través de su obra y ejemplo muestran el camino de la vida. También desde la educación y la transmisión de la DSI podemos ayudar a que las nuevas generaciones entiendan nuestros valores y nuestra FE.
Rezo porque los Obispos y Cardenales de nuestro país sepan leer los tiempos en los que vivimos y para que guiados por el Espíritu Santo den un paso adelante y ayuden al pueblo de Dios de estar en Salida a estar en Camino.
Mar Martínez
Llamado a ser un nuevo Pentescostes por cuanto supone “salir “ a anunciar el evangelio y dar testimonio desde la alegría que es reflejo de lo que llevamos dentro, a implicarnos en todos los ámbitos, al frente de las tareas que nos ocupan, con el objetivo de transformar el mundo, al igual que en la Iglesia primitiva, los laicos estamos llamados a ser luz y sal. Participando activamente no sólo en el ámbito social de ONG, sino también en la política, la economía, la cultura, el arte, la ciencia, los medios de comunicación, así como en nuestro entorno de familia, trabajo, educación.
La implicación de los laicos debe ser complementaria a la labor de obispos y sacerdotes, evitando el clericalismo. Además del apostolado individual que funciona por capilaridad, se necesita la fuerza del apostolado asociativo. Tenemos que vencer el miedo que paraliza. Es necesario escuchar, discernir, interpretar y acompañar en el seno de la iglesia y de la sociedad.
Todos estos mensajes se han ido repitiendo a lo largo del Congreso, en los itinerarios compartidos con otras personas que, a título individual o representando a parroquias y movimientos como el nuestro, han manifestado que somos un pueblo, unido en su diversidad, con un objetivo, hacer frente a los retos del camino siendo instrumentos para el anuncio del Evangelio de la esperanza y de la alegría, para acompañar a las personas hacia una vida más plena, la que nos ofrece nuestro Señor.
Ha sido un privilegio poder compartir vivencias y experiencias. Han trabajado muchas personas para lograr que todo fuese fácil para los que allí estábamos. A mí personalmente se me han roto algunos esquemas y prejuicios, ¡gracias a Dios!
Esta semilla seguro que da mucho fruto porque sin duda el Espíritu ha sido el artífice del encuentro.
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