02 Jul Diario de viaje 9: Colombia
Solo en Colombia hace frío. Yo estoy un poquito congelada. Voy con medias y polar, pero no solo yo, muchas. En Bogotá por las mañanas la media es de 8 grados. A mediodía sube hasta 18, y rara vez, a 20 y después, desciende… Me han prestado una ruana y ya ¡es otra cosa!
Colombia tiene 48 millones de ciudadanos. En el puente de Boyacá, por donde hemos pasado al venir a Villa de Leyva, es donde tuvo lugar la última batalla de los colombianos contra los españoles en la que obtuvieron la independencia en 1810. Venezuela es como ¾ de la extensión de Colombia con 30 millones de habitantes, que obtuvieron su independencia en 1811. Dicen que van a perder más ciudadanos porque muchos salen del país al contemplar el panorama…
Muchos saludos de la H. Xaviera para los que la conocéis. Me he alegrado mucho verla. Y la pena es que se ha tenido que ir de Villa de Leyva a Bogotá para preparar papeles y el viaje de la JMJ a Polonia.
Hemos tenido ya la exposición de La misericordia de la Madre y, como siempre, fructífero. Y seguidamente, dos días enteros con las postulantes. He disfrutado un montón. Les interesa mucho la vida de la Madre, su obra, el carisma, los inicios de la Congregación… Han preguntado un montón de dudas y hemos estado amigablemente hablando.
Las chicas que están delante, en la foto de grupo que os envío, son las postulantes. Hay ahora 6, dos se irán pronto al noviciado de San Cugat, pero van a entrar de Colombia, León de Nicaragua, Villa Venezuela y Managua. Me ha impresionado su profundidad, su interés y su cariño a la Pureza. Algunas ya entran con su carrera terminada, y ya tienen otra visión de la vida. Escuchar a las venezolanas es bien interesante porque han sufrido en sus carnes toda la situación creada en los últimos tiempos…
Como estamos tan lejos de Bogotá, imposible reunirnos con MFA. Este sábado regresamos a Bogotá y el domingo temprano, tempranito es el viaje a Caracas. Ya se acerca el final…, la última meta y objetivo de nuestra peregrinación… Hay que seguir rezando, y pidiendo al Señor. ¡No os olvidéis! Porque sin oración estamos descentrados, desorientados, sin serenidad, sin rumbo, sin metas, sin sueños, y sobre todo, sin saber responder como deberíamos al proyecto que Dios tiene sobre cada uno de nosotros. Él sí que no nos deja porque siempre estamos “en sus manos”.
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