05 Oct I Encuentro de MFA-Madrid del curso 2014-2015
El último fin de semana de septiembre nos reunimos en Cercedilla MFA MADRID. Dimos la bienvenida a las nuevas familias que se incorporan este año a nuestro movimiento.
Para algunos, además de la gran alegría de poder estar juntos después de verano y volver a vernos todos, el gozo era doble porque volvíamos a disfrutar de la finca que la congregación tiene allí.
Después de años sin uso y casi abandono, las casas de Cercedilla, en las que tan buenos momentos algunas pasamos de niñas, han sido rehabilitadas y arregladas, y el entorno de bosque maravilloso, se conserva igual que antaño…
Disfrutamos de la naturaleza y nos unimos a ella en alabanza a Dios. Cada uno se identificó con algo… el musgo mullido, los líquenes fuertes y bien unidos al sustrato, las piedras que perduran con los años, los árboles que intentan alcanzar el cielo, la tierra húmeda capaz de hacer brotar vida. Una oración en mitad de la naturaleza, un regalo.
Comimos en familia y los niños jugaron, treparon, saltaron y disfrutaron de la Dehesa de Cercedilla. Una ubicación de lujo y un día maravilloso.
¡Tenemos todos las pilas cargadas para el nuevo curso!
Mariló Valle, MFA-Madrid
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Empezando de nuevo.
Que alegría da encontrarse con las personas que quieres después de un largo tiempo sin verlas; esto es justamente lo que nos ha pasado este fin de semana al MFA de Madrid. Tras un largo verano de por medio, hemos tenido nuestro primer encuentro de la comunidad, y lo hemos querido hacer de una forma muy especial, pasando un día juntos en la casa que tienen las hermanas en Cercedilla, en la sierra de Madrid. ¡Qué emoción ver cómo íbamos llegando uno a uno! Era gracioso ver como rápidamente nos bajábamos de los coches y corríamos a darnos un fuerte abrazo. Todo era alegría, amistad, cariño….Fue precioso ver como la familia había crecido y aparecían nuevas caras a las que acogimos rápidamente.
Una vez estuvimos todos, nos pusimos manos a la obra, mientras los chicos jugaban en plena naturaleza, los mayores nos metimos en un aula a organizar el nuevo curso y así comentar la planificación del año, el proyecto personal de vida (que sin duda nos ayudará muchísimo), elegir un coordinador y responsables de las diferentes áreas…
Quizás una de las cosas que más me gustó, fue una oración individual que hicimos en la naturaleza, rodeados de grandes pinos y muchísima vegetación. Cada uno buscó dentro de su interior cómo Dios le hablaba a través de pequeños detalles que nos mostraba la naturaleza. Fue muy enriquecedor ver cómo Dios se manifiesta a cada persona de forma diferente, a través de una gota de agua, un pino, un liquen, una piña, una hoja… me hizo caer en la cuenta de que Dios nos habla desde nuestra realidad concreta y que tiene un proyecto distinto para cada uno de nosotros.
Tras un día lleno de emociones y algún que otro chaparrón, todos volvimos a casa contentos y con la ilusión de que este curso nos ayude a crecer y a amar generosamente”.
Pilar Hernández, MFA-Madrid
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