15 Ene ¡Quiero decididamente seguir a Cristo!
Oración del miércoles 17 de enero
Juan 1,35-42:
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús.
Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»
Sólo el que escucha la voz de Dios que le llama a la vida cristiana podrá luego pensar su forma concreta para poner en marcha ese seguimiento Pero lo básico será siempre ponerse a la escucha y no confundir la voz de Dios con las muchas voces que en nuestro mundo nos ofrecen caminos aparentemente hermosos y llenos de buenas perspectivas pero que, quizá, a la larga, no terminan de dar todo lo que prometen.
Esa necesidad de escuchar bien y de identificar las diversas voces que nos llaman, además de escucha atenta, necesita oración y discernimiento. También enseñanza, orientación y ayuda para discernir y darse cuenta de que la voz que le llama es el mismo Dios. Esto nos lo proporciona el examen diario y un acompañamiento adecuado que nos protege de caer en el autoengaño propio.
La siguiente etapa de la vocación cristiana es seguir a Jesús y escucharle. Mejor todavía, entrar en su casa y quedarnos con él, convivir con él, sentir con él, compartir sus sentimientos e ideales. Hasta hacerlos nuestros. Eso es lo que hicieron aquellos discípulos de Juan que vieron pasar a Jesús. “Maestro, ¿dónde vives?”. La respuesta es clara: “Venid y lo veréis”.
No hay más camino que ir por nosotros mismos y experimentar. Conocer a Jesús de cerca es una experiencia personal que nadie puede hacer por nosotros.
Sólo cerca de él, sentiremos que cambia nuestra vida y que ésta toma una nueva y definitiva dirección porque el Evangelio se convierte en su centro
Es lo que en el Evangelio se simboliza con el cambio de nombre de Simón. Su nuevo nombre “Cefas-Pedro” tiene que ver con la misión que se le encarga al servicio del Evangelio. religiosa, vendrá como consecuencia.
ORACIÓN
Padre bondadoso:
Tú nos conoces y nos llamas por nuestro nombre
aun antes de que pudiéramos conocerte y amarte.
Queremos oír y prestar atención a tu palabra
para seguir a Jesús tu Hijo.
Que él llegue a ser íntimo y familiar a nosotros,
para que aprendamos de él
a vivir para ti y para nuestros hermanos.
Ayúdanos a vivir con él y en él,
pues es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
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