22 Ene «Amoris Laetitia”: El Amor que se vuelve fecundo
El domingo 15 de enero nos reunimos nuevamente MFA-Cid para “recibir un regalo”, según fuimos convocados por el grupo Splagnizomai, al desarrollo del capítulo 5 de “Amoris Laetitia”: El Amor que se vuelve fecundo.
Y como no podía ser de otra manera comenzamos en la capilla, rezando el Salmo 139: Dios mío tú me conoces muy bien; ¡sabes todo de mí!…y sintiéndonos “creatura” suya, depositamos en unas manos, como símbolo de las de nuestro padre Dios y ante la presencia de Jesús sacramentado, una imagen de bebé en el seno materno, personalizada para cada uno de los presentes. Con éste sencillo signo nos reconocimos amados por Él desde nuestra concepción y nos ofrecimos a permanecer en sus manos.
A continuación, los mayores visualizamos en una dinámica presentación con frases, imágenes y vídeos, lo que el grupo había meditado y que nos había ido introduciendo paulatinamente a lo largo de las últimas semanas, respecto a la paternidad, el amor entre hermanos y para con los ancianos, así como el sentido amplio de familia, pues todos somos hijos de un mismo padre. Y realizamos una fructífera puesta en común sobre la base de unas preguntas que nos interpelaban en torno a todo ello. Los más jóvenes de esta familia desarrollaron jugando y con manualidades la relación de hermanos y el sentirse familia, y así nos entregaron a todos los mayores un bonito recuerdo.
Regresamos a la capilla, un trozo de cinta con una frase señalada nos recordaba dónde radica el verdadero AMOR, y así, expresamos el deseo de acogernos bajo el amparo del Sagrado Corazón de Jesús, y ofrecerle lo más valioso para cada uno/a, nuestros seres queridos y las personas con quienes convivimos, y así, pidiéndole ayuda al Señor, nos comprometimos, cada persona según su condición de hijo/a, padre, madre, esposo/a,… , a esforzarnos más para aceptar a todos tal como son, siendo comprensivos, limando asperezas y contribuyendo a que en nuestro hogar reine siempre la paz y el amor.
Y como el Amor es el que da la vida, finalizamos presentando el árbol genealógico de nuestra familia, cuyas raíces se encuentran arraigadas en el corazón de Dios Padre y Jesús, su tronco sostenido por el Espíritu Santo, nuestra madre María que lo va guiando y Madre Alberta con cuya espiritualidad nos formamos. Llenamos el árbol imprimiendo nuestras manos coloreadas, simbolizando lo que pretendemos sean las manos con las que Jesús llegue a todas las personas.
Mar Martínez, MFA-Cid
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